Pescar en la riqueza de la Ciénaga de Marialabaja o en los caudales del río Magdalena, usar las aguas del embalse Arroyo Grande para los cultivos de alimentos y pesca tradicional son prácticas de subsistencia de pescadores y campesinos de Montes de María. Cientos de pobladores rurales que han construido su vida alrededor de las fuentes hídricas existentes en su territorio, dependen de ellas y la lluvia no solo para la producción de alimentos sino también para el consumo pues las veredas y cabeceras no cuentan con acueductos o alcantarillados.
Y es que esta riqueza hídrica hace de estas montañas del Caribe una de las zonas más biodiversas del país. La subregión Montes de María la conforman las aguas marinas de San Onofre, los arroyos y pozos de la alta montaña, las aguas subterráneas, el complejo cenagoso que está a la orilla del río Magdalena y el Canal el Dique, así como lagunas y embalses de agua formados en sus faldas. Aguas producidas por las zonas del bosque seco tropical (BST) y los manglares presentes en el territorio que se resisten a la extinción. En total, Montes de María cuenta con 1.394 zonas de humedales las cuales representan el 19.5% del territorio[i]
Aunque los pescadores y campesinos históricamente han ayudado a mantener y cuidar sus recursos hídricos, la realidad es que cada vez los cuerpos de agua se ven más amenazados por la deforestación, la ganadería, la minería y la agroindustria.
Conflictos por el agua.
Según Hernando González, integrante de la Mesa Permanente por el Derecho al Agua “En el territorio se le está dando prioridad al agua no para el consumo humano, sino para los monocultivos. “Hoy vemos que las rondas hídricas, todo ese territorio que era campesino, está en manos de terratenientes que tienen el control del agua” (Ver documental Defendemos el Agua).
Y es que solo en 1 hectárea de palma de aceite donde se siembran 120 plantas se usan 150 mililitros de agua mensual, esto quiere decir que las 10.800 has de Palma sembradas en Marialabaja usan 13.500 mililitros de agua mensualmente. Aguas que provienen del Distrito de Riego.
Además, los agroquímicos usados en los monocultivos de palma, piña, teca y arroz vertidos en las fuentes de agua, las hacen no aptas para el consumo. La contaminación afecta la flora, la fauna y la salud de los habitantes principalmente campesinos y población afrodescendiente que habitan las zonas aledañas al Distrito de riego de Marialabaja.
La Mesa Agua ha identificado como otra amenaza la acelerada adjudicación de títulos mineros en el territorio, según datos de Catastro Minero a 2017, existían 100 títulos en 10 de los 15 municipios que representan 15.942 de las 600 mil hectáreas de tierra rural con las que cuenta la región.
La minería trae consigo la erosión de los suelos, la deforestación de los bosques, el desplazamiento de los pobladores, contaminación de las fuentes hídricas, pérdida de tierras para sus cultivos y detrimento de su seguridad alimentaria.
Proteger el Bosque seco tropical es salvar el agua.